Ritmo


Si observamos el entorno que nos rodea, podemos ver que el ritmo siempre está presente. Desde el vientre materno experimentamos una serie de ritmos naturales que están en la base de nuestra vida fisiológica (latidos del corazón, respiración...) y también psíquica. El ritmo es algo natural en el ser humano; no existe un ritmo común a todos (por ejemplo, cada uno tenemos una forma peculiar de andar, mover los brazos, hablar...)

Este sentido rítmico podemos emplearlo como punto de partida de la educación musical del niño. Se puede hablar de una evolución rítmica del niño.

Hacia el año y medio el niño utiliza todo su cuerpo para responder a la música rítmicamente, a los 2 años su motricidad va respondiendo ante el fenómeno musical de una manera diferente, dado golpes con los pies en el suelo, balanceándose...

A partir de 3 años acompaña de forma rítmica una canción, percutiendo con las manos o los pies. Conforme va creciendo comienza a coordinar mejor su propio ritmo con el musical y manifestándolo a través del movimiento.

Dentro de la enseñanza musical el ritmo ocupa un papel muy importante porque proporciona orden, serenidad, equilibrio. Éste ayuda  desarrollar capacidades motrices (caminar, correr, saltar...), actividades motrices especiales (juegos de imitación, destreza, precisión rítmica de los movimientos)... El desarrollo del sentido del ritmo favorece la formación del sistema nervioso.

La  educación del sentido del ritmo también incluye la educación auditiva: el oído se adapta al ritmo y posteriormente el cuerpo lo traduce en movimiento. 

El movimiento rítmico ayuda al niño a tomar conciencia y hacerse dueño de su cuerpo, como instrumento musical y de expresión, proporcionándole una mayor agilidad psicológica que le ayudará al afianzamiento de la personalidad y a una mejor adaptación al medio socio-cultural.

El ritmo también tiene  relación con la preescritura y el dibujo. A los dos o tres años realizan garabatos, pero poco a poco van tomando conciencia de la relación de su mano con los grafismos. Cuando los están  realizando, si les hacemos oír una música apropiada, les ayudamos a efectuar otros movimientos más flexibles que van preparando al niño para la escritura a través de gestos y trazados que al mismo tiempo les van liberando de tensiones musculares.

Existen diversos elementos fundamentales del ritmo musical que los niños pueden ir descubriendo: el pulso o tiempo (sucesión periódica de pulsaciones iguales), el acento (fuerza con la que se ejecuta uno de los pulsos), el compás o ritmo musical (división del tiempo en partes iguales)...

Los niños pueden relacionar el pulso con los pasos al caminar, el tic – tac del reloj, los latidos del corazón. Para trabajar el acento podemos realizar ejercicios sobre recitaciones de versos, canciones sencillas... También ayudará al estudio del mismo juegos donde caminamos al ritmo de una marcha determinada y marcamos con el pie el acento musical...

Es aconsejable seguir un plan de trabajo con nuestro alumnado de Educación Infantil para que vaya conquistando el ritmo de un modo gradual y consciente a través del movimiento, la expresión del cuerpo, los juegos musicales... Los ejercicios sensoriales también podemos utilizarlos como punto de partida de la educación rítmica y de toda la formación musical.

Para desarrollar el ritmo en los niños podemos utilizar instrumentos naturales o musicales. Al hablar de “instrumentos naturales” me estoy refiriendo principalmente al cuerpo como instrumento de percusión que se inicia con el desarrollo del esquema corporal en cuatro niveles: pies, rodillas, manos y dedos, obteniendo diferentes planos sonoros con gran riqueza y variedad de timbres. Esta percusión corporal tiene una gran importancia dentro de la coordinación motriz.

Las actividades musicales rítmicas, vocales, instrumentales y de movimiento tienden a desarrollar la belleza, el equilibrio, la armonía.... Por todo lo mencionado, el ritmo tiene una importancia extraordinaria dentro del desarrollo integral del niño y queda de este modo justificada su educación desde las primeras etapas.


Íntimamente relacionado, o más bien incluido en este apartado irían las páginas de PERCUSIÓN CORPORAL y BAILE. Pero los he separado para tratarlos más a fondo y no saturar demasiado esta página.

_____________________________________



SIGUE EL RITMO

Es un juego que trabaja la coordinación, la atención y la observación.

Los alumnos se sientan en círculo y tienen que imitar las palmadas que dé el profesor.
El maestro debe guiar correctamente al grupo, introduciendo diversas variaciones. Por ejemplo, podemos empezar golpeando con las dos palmadas a la vez en ambos muslos para pillar el tempo, después primero golpea una palmada sobre el muslo del mismo lado y luego la otra (“al trote”), damos un golpe más fuerte y el otro más suave (así producimos mayor intensidad al sonido), podemos variar la velocidad (a doble tempo o a la mitad), lo complicamos más e intercalamos golpe en el muslo con palmada, probamos diferentes combinaciones...
Cuando hayamos practicado todos los movimientos, les añadimos la música. Se sigue el mismo esquema, el profesor guía y los alumnos deben hacer lo mismo que él. Si sale bien este ejercicio resulta muy bonito y gratificante, porque acoplamos nuestro cuerpo a la música y se produce un conjunto muy agradable de escuchar.
Para motivar a los niños y hacer que disfruten más, debemos crear una sensación de concierto. Por ejemplo, aplaudiendo y saludando al final de la "actuación". Si se equivocan, no les regañamos ni les ponemos en evidencia, basta con corregirles un poco con la mirada.

También es importante elegir bien la música. En clase, Tomás eligió una canción de Paquito de Rivera y otra de Eric Clapton. Yo propongo otras tres canciones que me encantan y creo que encajan perfectamente con este ejercicio:
- Low rider (War)
- Surf Rider (The Ventures)
- Entre dos aguas (Paco de Lucía)



SIGUE MIS PIES


Nos colocamos en círculo y debemos dar pasos hacia la izquierda y derecha. Siguiendo el siguiente ritmo: 1, 2, 3, silencio (cambio de sentido).

Cuando hayamos cogido el ritmo metemos algo en el silencio: palmada, pitos, punta, golpe en muslos...

Comprobamos quién tiene interiorizado el ejercicio preguntándole algo. Debe ser capaz de hablarnos sin perder el ritmo.

Podemos complicar el ejercicio introduciendo un giro en el silencio. Con esto podemos detectar problemas de equilibrio en los niños. Además de su lateralidad, a un diestro le resulta más difícil girar hacia la izquierda y viceversa.

Para que sea más difícil todavía podemos meter doble giro en el silencio, o giro más palmada.

Un truco para facilitarnos el ejercicio es bailar en una baldosa, que el recorrido no sea muy grande, cuanto más abras las piernas menos equilibrio tendrás y lo harás peor. Otro truco, sobre todo a la hora de hacer los giros, es mirar a un punto fijo. Así no nos mareamos y perdemos el equilibrio.



POLIRRITMIA

Empezamos sabiendo que el mínimo común múltiplo de 1, 2, 3, y 4 es 12. Para comprobarlo se propone el siguiente ejercicio:

1 = palmada y golpe con las dos manos en las piernas
2 = palmada y dos golpes en las piernas
3 = palmada y tres golpes en las piernas
4 = palmada y 4 golpes en las piernas

Cada uno tiene un número y deberán intentar hacer el movimiento que les corresponda a la vez sin perderse.
Sonará un ritmo bastante armónico y resulta que a los 12 golpes todas dan la palmada a la vez y es cuando sabemos que el mínimo común múltiplo de 1, 2, 3 y 4 es 12.

Las posibles variantes de este ejercicio son en función de la colocación de la gente. Se pueden sentar juntos todos los del mismo número, alternados, en frente, de espaldas...
Cada uno debe ser capaz de ocuparse de sí mismo, pues es muy fácil perderse si el de al lado se equivoca y nos fijamos en él.

¿Para qué y por qué realizamos este ejercicio? Éste es un ejercicio muy sencillo, pero en el que es muy fácil equivocarse. Estos ejercicios se realizan para conciertos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario